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Revelaciones y destinos

Publicado: 2011-06-01

Dos película medianas en cartelera en este momento, dos resultados desiguales, irregulares, deformes, pero con interesante propuestas y posturas de fondo, discursos que van más allá de la simpleza y superficialidad de lo narrativo, dos películas que hubieran podido ser mucho mejores si es que hubieran sabido mantener su temple y ordenarse un poquito.

Por un lado, tenemos 'La Revelación', nueva película del interesante John Curran, al cual parece haberle gustado trabajar con Edward Norton hace cuatro años en su anterior película, 'The Painted Veil', ya que esta vez lo pone de nuevo de protagonista. La historia nos suena conocida, y es que lo es (o al menos repite un molde que sentimos haber visto varias veces): un prisionero se embarca en una cruzada para convencer al oficial de libertad condicional de turno, interpretado por Robert DeNiro, de que ya pagó sus culpas, y está listo para reinsertarse en una sociedad de la cual se lo recluyó. La cinta gira así en torno a un duelo entre la figura de la justicia, del oficial correcto con pecadillos ocultos, versus el vox populi, este ser que representa esta crítica constante ya sea hacia el sistema vigente, o alguna postura doctrinaria específica.

Por el lado de los aciertos, definitivamente la performance de Edward Norton, no hay revelación en ello, siempre resulta por encima del nivel satisfactorio. Norton no sólo adopta las posturas y acentos de un convicto, sino que logra configurar un alma, un aura especial, una atmósfera con su presencia, una que lleva consigo los altos de la película, esas arengas cuasi-filosóficas, ese conflicto entre religión y hombre, entre pecado y redención, entre justicia y libertad, ese misterio incesante, la imposibilidad de descifrar las intenciones ocultas detrás de sus poses, de sus divagaciones, de sus instes. Me fascina la manera casi Mallick-ana (justo esta película llega en la semana en la que Terrence se alza con la Palma de Oro) de observar cuidadosamente la naturaleza, la vida, la existencia; claro que sin el intimismo o aptitud que Mallick obviamente posee. Esa visión pesimista y condenadora de la religión me parece tanto potente como escalofriante, con esos picos climáticos de la película situándose en (algunas de) las confrontaciones que tienen Jack y Stone en la sala de entrevistas, con el primero desnudándose moral y éticamente frente al segundo, que hilvana un plan maestro que podría ni existir.

El problema, en primer lugar, vendría de la mano de un exceso de pretención al querer acaparar demasiado. Se toca el tema de la justicia, luego el de la naturaleza, el de la religión, el de la existencia, el de la muerte, el de la trascendencia, y así sucesivamente. Parece un ensayo de nunca parar, y el problema es que a veces parece traicionarse con otros discursos. Si bien la ambigüedad funciona para que el espectador se genere una postura propia, a veces esta abruma. Por otro lado, el lío amoroso con el personaje de Milla Jovovich se siente apresurado, y por lo tanto inverosímil, hasta risible, un arco narrativo que hace que perdamos atención de focos más importantes. El final, improvisado, simple, desenredado, discursivo, hasta aleccionador, termina de derrumbar ese sube y baja que se venía sintiendo desde que Lucetta había aparecido en escena. Una lástima.

La otra película en cuestión es 'Agentes del Destino', un proyecto peculiar al mezclar ciencia ficción, romance, drama y el thriller de misterio en un sólo envase, en torno a una sola historia. ¿De qué va la película? De un postulante a senador que un día de aquellos conocerá a una bailarina de danza contemporánea justo antes de dar un speech decisivo en su campaña. El problema: se enamora de ella. El problema, repito, el de verdad: que este enamoramiento va en contra de los designios de un grupo de 'agentes del destino' que se encargan de controlar las vidas de todos los seres de este planeta, guiándolos por el camino trazado por un plan a mayor escala. De ser tergiversado uno de estos caminos, todos sucedáneamente colapsarán en efecto dominó, trayendo el caos al mundo. La cinta gira en torno, entonces, a esta disyuntiva de si seguir a su corazón, continuar afanándose a la recién conocida mujer de sus sueños, y de esta manera romper el futuro propicio que le espera (y de paso el de ella), o atenerse al plan.

La película, a diferencia de la antes mencionada, sigue un buen curso por sus dos primeros actos. No sólo la mezcla de estos cuatro géneros dispares parece complementarse efectivamente en pantalla, sino que hay una especie de análisis del personaje que va desde lo más narrativo, hasta el diseño mismo de la dirección artística. Se privilegian los pasillos largos, anchos, las filas de objetos que se repiten, las cúpulas, los espacios que muestren tanto grandeza como desolación, puesto que se suele colocar al personaje de David Norris en medio de los encuadres, solitario, agobiado por la imponencia de los decorados. Por otro lado, la química entre Emily Blunt y Matt Damon se siente desde el comienzo, una que fluye a pesar de poder resultar algo inverosímil que un par de personas se enamoren al haberse visto una sola vez. El rollo detrás de la confrontación de destino vs. free-will y la razón frente a los sentimientos, me parece otro alto, sobretodo al verse materializados en la figura del político. Este filme termina sirviendo como una especie de radiografía de lo que es, debería y no debería ser la política en estos tiempos, el dilema del beneficio social, del altruismo, del pensar por los otros antes de por un bien más reducido y cercano, el de las farsas marketeras, la imagen, la reputación, el respeto, la libertad de expresión y la democracia en sí, la cual se llega a postular por momentos como inexistente, utópica (y tal vez lo sea).

El problema es que esta ambigüedad de los dos primeros actos pierde dimensión con el desenlace, la decisión de explicar muchas cosas, desenredar otras que pudieron permanecer aglomeradas, aleccionar,como en el otro filme revisado en este post, pero el problema es que lo hace con extrema pompa, cursilería y moraleja. La balanza estable, se tira hacia un lado, y con roche. Los personajes tan complejos presentados inicialmente, se desdibujan al punto de ser simples caricaturas que deben correr hacia un final incierto, que de incierto no tiene nada: ya sabemos que el happy-ending llegará en la cima del edificio. El 'sé tu mismo' molesta, pero no porque el mensaje sea malo, sino porque en una película abocada a negar y cuestionar eso, una respuesta tan concreta y directa como esa llega a parece incoherente.


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encinta

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