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Festival de Lima 2011: Entrevista a Damián Alcázar

Publicado: 2011-08-11

Entrevista: McZorro

Foto: Rockcine (en la inauguración)

El primer actor mexicano está en Lima para recibir un merecido homenaje. Pero eso no quita que aspire a más. Con cerca de 80 títulos en su carrera, que incluye cortometrajes, series de televisión y películas en todo el continente, además de más de 15 premios en festivales internacionales, Damián Alcázar este año postula una vez más al Spondyllus a Mejor Actor por su participación en la película Chicogrande de Felipe Cazals. "Pero tengo entendido que si eres homenajeado, es muy difícil que te lleves el otro premio", comenta entre risas el actor antes de la entrevista. Una lástima, de lejos una de las mejores performances del certamen, además de ser una de las favoritas voceadas por cierto sector de la crítica.

A pesar de su vasta carrera, así como una incursión a la meca del cine en las Crónicas de Narnia, Alcázar mantiene una sencillez que inspira, pero a la vez una voz crítica fuerte, poderosa, que no calla, que defiende el cine latinoamericano como propio, que enfrenta a una industria hollywoodense que lo avasalla, mientras reflexiona sobre las situaciones políticas y sociales compartidas en nuestro continente. Esta es la conversación que sostuve con un gran actor, pero por encima de eso, un gran hombre, consciente del universo del cual salió y en el que prefiere quedarse.

Chicogrande se presenta en:

-Cineplanet Alcázar - Sala 7, Martes 9, 9:30 p.m.

-Centro Cultural de la PUCP - Sala Roja, miércoles 10, 7:15 p.m.

-Cineplanet San Miguel - Sala 1, jueves 11, 5:30 p.m.

-Cineplanet Alcázar - Sala 5, viernes 12, 7:30 p.m.

Eres un actor mexicano que ha trabajado en todo Latinoamérica.

Digamos que soy actor Latinoamericano, que nació en el norte, allá en México. Sí he trabajado en Ecuador, Costa Rica, Nicaragua, Colombia y Argentina.

Y eres una especie de muso de (Luis) Estrada.

Espero. (Se ríe). He estado en cinco de sus películas, aunque en las dos primeras muy poco tiempo por diversas circunstancias. Pero en las últimas tres sí he sido su actor principal, su protagonista.

¿Cómo es tu relación con él?

Extraordinaria. De camaradería, de amistad, de entendimiento perfecto. En lo cinematográfico y en lo que nos incumbe a los dos que es la realidad de nuestra región, de nuestro país.

¿Y cómo es ese proceso creativo entre ambos? ¿Escribe papeles para ti o tú escoges a partir deguiones?

A partir de La Ley de Herodes, él ha escrito sus historias pensando en mi como su protagonista. Y, bueno, él sabe que yo voy a hacer un papel pequeño en cualquiera de sus películas si necesitase, y también sabe que me encantaría volver a ser su protagonista siempre.

Tus papeles son de antihéroes con alta carga política, generalmente.

Es un proceso de trabajo que me interesa cada vez más. Soy muy responsable y estoy muy interesado por las cosas que pasan en el continente, en nuestro gran país que es Latinoamérica. Me interesa ese tipo de trabajos, de papeles, siempre con una visión crítica, contestataria, en movimiento. No simplemente historias para hacer la digestión.

¿Crees que el cine puede cambiar la mentalidad de la gente?

No sé si de la gente; si puedes conseguir que por lo menos te cuestiones como público frente a un trabajo, es más que suficiente. No se puede variar la historia, no se puede cambiar. No se puede llevar a la gente a tomar una ideología, la que a ti te parece que es la necesaria, la importante. No hay manera, y no es nuestro objetivo de ninguna forma. Pero sí cosas que reflejen al ser humano en lo complejo: en ese sentido como público tienes chances de preguntarte cosas, aprender más de la vida, y como actor también.

¿Cómo ves al cine mexicano en los últimos años? ¿Cómo evoluciona?

Como casi todo el cine Latinoamericano: lo están haciendo los jóvenes, que están muy, no sé si preocupados, pero interesados en lo que está sucediendo en sus entornos, nuestra realidad latina.

En Latinoamérica hay un cine muy social, muy preocupado por su realidad política…

Sí. Hay para todos. Hay también un cine muy comercial que también tiene su público, y qué bueno. A mi ese cine no me interesa ni como público ni como actor. Porque hay muchas formas, hay muchas maneras, para pasar el rato, para hacer digestión, muchas otras cosas. Prefiero, sí, el cine interesante, el cine que habla de cosas inteligentes.

En ese sentido, ¿cómo es que llegas a una película más comercial, como es Crónicas de Narnia?

Para ese trabajo específicamente, ellos me hablaron, me contactaron directamente. Me gustaba la idea porque era literatura juvenil. Además era Praga, una ciudad de ensueño para cualquier latinoamericano, seis meses en Europa. No había héroes gringos que salvaran al mundo, por lo que había que hacer esa película. Y, por otro lado fue una muy buena experiencia porque el director, Andrew Adamson, me permitió hacer lo que yo quisiera con el personaje. Me gustó mucho cómo lo hice. Fue una experiencia formidable, dos mil personas en el set, a veces cinco cámaras al mismo tiempo.

Más allá de los aspectos económicos, ¿qué otras diferencias ves al trabajar en cine de estudio versus cine latinoamericano?

No hay mayor diferencia, no hay algo que rescate. Creo que es lo mismo, se interesaban en sacar la mejor toma. Mi trabajo obedecía a lo mismo, a tratar de hacerlo muy bien, no sufrir en las escenas, sino disfrutarlas, aportar de alguna forma con mi trabajo, responder de la forma que merecía. Me gustaría hacer otra, por supuesto, pero me gustaría hacer una película en el Perú también, por ejemplo.

¿Eres familiar con el cine peruano?

He visto Pantaleón y las Visitadoras, sé de (Francisco) Lombardi. Pero en México no hay mucha oportunidad de ver cine peruano. Además yo estoy siempre filmando películas en todos lados, muy ocupado, y pocas veces estoy en un festival y coincide que hay una película peruana. He leído mucho del cine peruano, eso sí. Me va a encantar ver La Teta Asustada, pero todavía no he podido verla.

México es el gran país exportador de telenovelas, y tú mantienes una postura crítica frente a ella.

Sí, yo hago televisión, pero hago una que tiene que ver con la cercanía a la realidad, con lo cotidiano, con la realidad de los mexicanos en este caso. No hago series, telenovelas, que sean puritita ficción, por llamarle de alguna forma amable, no me interesan. Creo que en lugar de poner a la gente frente a su realidad, e interesarlas en asumir una postura con voluntad de cambio, hacen todo lo contrario. Las telenovelas mexicanas sustraen a la gente de la realidad y la embotan en un estadio muy raro, que es el de mantener el status, no permitirles reflexionar o pensar, estar inmiscuidos en una historia banal, falsa y de mal gusto. Yo paso.

La gente lo consume igual.

La gente lo consume, por desgracia, porque hay mucha gente que no tiene acceso a la televisión de paga. Entonces tienen eso, aprietan un botón y ya están dentro de tu casa, dentro de tu recámara. Estoy intentando hacer series, más que telenovelas, que tengan mucho que ver con lo cotidiano, con la realidad. La televisión, creo yo, se puede hacer de gran factura, con muy buena calidad; nada más es cuestión que uno impulse, insista y rechace cosas de mal gusto. Tengo mucho más interés en hacer historias en Latinoamérica que en Nueva York o en Hollywood, en cine y televisión me gustan mucho más nuestras historias, a pesar de que amo Nueva York como ciudad.

Mencionas que no es de tu predilección trabajar en películas norteamericanas, pero de hecho hay algún director con el que te gustaría trabajar de allí.

Sí, claro, hay muchos directores con los que me gustaría trabajar, que son los que me parecen interesantes, que creo que muestran realmente un interés por la gente, por el espíritu humano, por la complejidad del ser humano. (Jim) Jarmusch, los Hermanos Coen, (Martin) Scorsese, Atom Egoyan, gente que es muy valiosa. Pero las cosas comerciales, las cosas de aventuras, la historias del héroe gringo que va y salva al mundo, que se lo coman ellos: yo no. Porque es todo lo contrario. Los gringos en la realidad lo que hacen no es salvar al mundo, sino joderlo, de verdad, todos lo sabemos. Imposible que yo intente trabajar con ellos en una cosa de ese tipo, falsedad absoluta; para eso prefiero hacer una historia pequeña, interesante, en El Salvador, por ejemplo.

¿Crees que el actor latinoamericano está encasillado a determinados papeles en este cine de Hollywood?

Es lo normal, porque ellos mismos encasillan a sus personajes como héroes. Van a Irak y son los héroes, cuando en verdad son estos cabrones que se van a meter a otro país, totalmente ajenos a ellos, los explotan y le quieren chingar el petróleo. Ellos son los que manejan estos prototipos. Entonces, claro, los latinoamericanos somos narcotraficantes, delincuentes, ignorantes, migrantes ilegales, pobres, feos, prietos, no tenemos actividad ni voluntad en sus lineamientos de lo que es la vida. El ‘american way of life’, ellos son los dueños del mundo, los que tienen la razón, ellos son los que firman los prototipos. Claro, hay mucha gente que acepta este tipo de trabajos, y están en todo su derecho, de hacer de narcotraficantes, si es un actor colombiano, peruano, mexicano, chileno, y si quiere, allá él. Pero yo digo no, tengo cosas más importantes de las que hablar, y no importa si hay plata o no hay plata. Mientras yo me pueda tomar un café, mira, qué rico (señala su café), es más que suficiente.

Hay mucho de todo lo que has mencionado justamente en Chicogrande, película en competencia que protagonizas.

Chicogrande también es una postura crítica respecto a la visión que se tiene en el mismo México de la Revolución Mexicana. Cien años de la revolución y creo que estamos peor que hace 100 años. Hacer una película de estas tiene que ver con hablar de quiénes eran aquellos hombres. En este caso, en este cuento específicamente de Ricardo Garibay, que Felipe Cazals dirige de manera formidable, se muestra lo que estos hombres tenían: lealtad, identidad, nacionalismo del mejor, del más puro, mi gente y mi país por sobre todas las cosas, como objetivo a conseguir. La reflexión ulterior es crítica: estos hombres ya no existen, estos hombres trataron de forjar una nación y luego, de hace 35 años para acá, se ha ido deteriorando de tal forma que hoy estamos en la primera capa del infierno. La brutalidad, la violencia, la hambruna, la pobreza es lo que impera. Ahora son millones de millones de pobres en México, por no hablar de todo Latinoamérica, que son más de 50 millones de pobres, con el hombre más rico del mundo. Es una cosa realmente injusta. ¿Cómo puede existir el hombre más rico del mundo en ese país de 50 millones de pobres? ¿Qué es eso? Cuando no deberíamos tener pobres, tenemos un país tan rico, que podríamos fácilmente erradicar la pobreza y el hambre.

Es una situación que se repite en todo Latinoamérica, también.

Claro, el dinero lo tienen unos cuantos, la impartición de justicia está a favor de los que tienen el dinero, los grupos indios, indígenas, son los más abandonados por los grupos mestizos que son absolutamente racistas. El mestizo latinoamericano es absolutamente racista, rechaza todo lo que tenga que ver con lo indígena. Creo que mi trabajo debería servir para mostrar todo esto, este panorama.

¿El cine puede ayudarnos a reflexionar al respecto?

Si el cine no puede cambiar las circunstancias de una realidad que está acotada por los poderes fácticos que son el Ejército, la Iglesia, el poder económico y los grupitos pequeños del poder político, que es una rebatinga y que lo quieren para su beneficio, pero mucho menos para el beneficio del ciudadano, que es el que menos les importa, si lo conseguimos en pocas personas, ya valió la pena. No se puede hacer nada más. No hay manera de cambiar la ideología de una persona, o de inducir a la gente a que se levante, porque sería idiota levantarse en armas. Pero sí una resistencia pacífica, rebeldía ciudadana de no pagar impuestos, de ser autosuficientes, de no comprar mierda gringa, que tal parece que todos nuestros gobiernos están empecinados en convencernos de que vale la pena tener a Wallmart, estas cadenas extranjeras, en lugar de ver por nuestro mercado interno, producto nacional. Si consigues algo con el cine, uf, ya estamos del otro lado.

Serás homenajeado en la clausura del festival, ¿cómo ves nuestro certamen?

Me da gusto que el festival de cine en Lima esté creciendo de tal forma que los peruanos tengan la posibilidad de ver el mejor cine que se está haciendo. Ojalá que no fueran ocho días, sino que se quedaran muchas de las películas, que se quedaran para la cartelera nacional. Ojalá que las diferentes instancias culturales y gubernamentales apoyen al cine nacional, y en general al cine iberoamericano. Porque, además de todo, es un gran negocio y una manifestación de nuestros pueblos. Para eso sirven festivales como estos.

El libre mercado hace que las producciones menores latinoamericanas muchas veces, por no decir todas, sean aplastadas por el monstruo ‘hollywoodense’. ¿Tú sí crees que el estado debería apoyar más a la defensa de estas películas?

Claro, porque el cine no solamente es negocio, también es una manifestación cultural, un pueblo que dice cosas, es imagen, es historia, tendría que estar respaldada por el Estado y autoridades responsables por obligación de la cultura de nuestros países. En ese sentido, debería obligarse a los comerciantes, que son los dueños de los cines, a que tengan producto nacional en pantalla todo el tiempo. Y si están tan respetuosos del mercado libre, por lo menos poner salas de cine para ver puritito cine iberoamericano, cine nacional. La industria peruana crecería muchísimo si los jóvenes cineastas tuvieran donde vender sus películas, y así tener posibilidad de hacer más películas. Y vale la pena, porque estás hablando de lo tuyo, y no que venga un señor gringo, que muchas películas son buenas, pero la gran mayoría son una gran mierda, a ganarse todo el dinero del Perú con historias inocuas, idiota y sin sentido, que no tienen nada que ver con nuestra realidad, con nuestra idiosincrasia, nuestra ideología. Que rudo me sentí ah. (Se ríe).


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encinta

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